Mujer 4×4
En el viaje a la playa Chachalacas, el hotel Artisan nos invitó a una expedición a las dunas. Una aventura que nunca había experimentado; en Los Cabos fui a un recorrido similar en jeeps, en cada coche íbamos dos parejas y ¿qué creen?, los hombres eran quienes manejaban.
En esta ocasión yo era la que tenía que controlar una cuatrimoto; en mi vida había manejado algo así. Empecé a tener miedo y estuve a nada de echarme para atrás, poner algún tipo de pretexto y zafarme de la expedición. Me pasó por la cabeza el fatal pensamiento de: “Si tuviera una pareja, sería más fácil, iría en la parte de atrás”.
En ese momento mi orgullo me picó y quise demostrarme que sí podía. Me armé de valor y fui a encontrarme con Grace y Pam para que Roberto, el guía, nos diera instrucciones.
“Van a subir y bajar las dunas en línea recta, aceleren a todo lo que da la máquina y cuando lleguen a la cima dejen de acelerar para que caiga la cuatrimoto sobre la arena, si siguen acelerando van a volar y si frenan se va a ir para atrás y van a quedar debajo de la cuatrimoto. Por donde yo vaya, ustedes van a pasar. Si se atoran, no aceleren porque las llantas se atascan; solamente pongan reversa, échense un poco para atrás y vuélvanlo a intentar”.
La instrucción que más recuerdo es: “Cuando el terreno se ponga complicado hay que cambiar de tracción a 4×4”.
Igual en la vida cuando las cosas se ponen complicadas, el terreno es irregular, no hay estabilidad o las subidas son muy pesadas también hay que ponernos en la actitud de 4×4 o ¨Todoterreno¨.
Iniciamos el recorrido y tenía miedo de ir sola, hasta de acelerar, salir volando y caer. Hubo unas vueltas complicadas, muy cerradas, en las que me costó controlar a la cuatrimoto, pero pensaba que si tomaba las cosas con calma, sin nervios iba a resultar mejor.
Seguí todas las instrucciones, porque igual que en la vida, cuando no sabemos qué hacer es mejor pedir ayuda y seguir los pasos del experto.
Llegamos a la cima y no pude más que agradecer el experimentar eso sola, bueno iba con mis amigas, pero yo estaba en control y disfrutando esa libertad, sin depender de que alguien más condujera.
La cima me enseñó que nada es imposible y de que arriba es mucho mejor la vista.
Toda la expedición mantuve una sonrisa de oreja a oreja; lo disfruté muchísimo y admiré las recompensas de llegar alto. Ver ese paisaje entre el desierto y el mar y yo en medio me hizo sentir poderosa.
El color del mar esmeralda parecía más profundo e infinito. La arena se levantaba impresionante y en la cima nos sostenía abrazándonos el sol y la brisa que calmaba el calor.
Esas mismas instrucciones del guía sé que son aplicables a la vida. Si sientes que no llegas a la cima, tranquila retrocede y vuélvelo a intentar. No tomes atajos, derechita hacia arriba, no aceleres de más que puedes salir volando sin control y te das un trancazo; a la hora de llegar no vayas a frenar que el mismo impulso se te regresa pero para aplastarte.
Toma vuelo y suelta, no te aferres, deja que las cosas caigan por su propio peso.
Intenta cosas nuevas, sigue al experto y confía que eres capaz. Si las cosas se ponen difíciles sólo mete el 4×4, pon más fuerza, más potencia, sé más segura y con más impulso llegarás seguro. La recompensa bien lo vale.
Gracias por esta lección de vida, por compartirlo con mis amigas y a seguir celebrando este tercer aniversario.
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