Se sabe que la historia de amor entre las burbujas y México viene desde la época en que los conquistadores Españoles y después con la ocupación francesa, trajeron entre sus pertenencias champagne y vinos espumosos que era parte de su cultura gastronómica y que decir de la época de Porfirio Díaz que amaba todo lo francés y ello incluía, por supuesto, el champagne.

Y como en todo, tal vez por la moda, tal vez porque en México desde esas épocas, el concepto y la visión que había alrededor de las bebidas con burbujas era de glamour, sofisticación y la convirtieron en una bebida elitista, el grueso de la población se aparto de ellas y su único acercamiento más cercano era, y sigue siendo, a través de las sidras elaboradas en España y luego en México como es la del estado de Puebla, quienes son uno de los productores de manzana más importantes del país.

Las burbujas son sinónimo de celebración, aniversarios, cumpleaños, momentos especiales por temas personales o profesionales, fiestas como el año nuevo o la navidad, así es la costumbre en México, y solo ciertos extractos de la población, la toman en los nightclubs, discotecas y similares, haciendo alarde de su estilo de vida, o simplemente porque les gusta.

Siendo México un país tan refresquero, me parece extraño que no sean más adeptos a las bebidas espumosas como el champagne, cava o vinos espumosos, y de nuevo creo esta en el gran mito que las propias marcas crearon alrededor de estas bebidas que son mucho más accesibles de lo que muchos piensan. Porque estarán de acuerdo conmigo que en vez de tomar un refresco de soda con unos buenos tacos al pastor sería mucho mejor hacerlo con un vino espumoso rosado ¿o no?

Partiendo de lo antes mencionado que en nuestro país y por consecuencia en el resto del mundo, que poco conocen o nada sobre lo bien que las bebidas espumosas armonizan con nuestra cocina mexicana, el trabajo que ahora tienen las grandes marcas para posicionar sus productos que van maravillosamente con muchos de nuestros platillos es mucho más complicada, porque primero hay que quitar la idea de que estas bebidas son solo para celebraciones especiales y segundo que aprendan que tipo de platillos del día a día van muy bien con ellos.

Vamos por buen camino porque de unos años para acá, se promueve mucho el armonizar nuestro mexicanísimo mole poblano o negro de Oaxaca con bebidas espumosas, o los también famosísimos chiles en nogada, pero ¿que pasa con la comida del diario? En reciente conversación con varios representantes de marcas de champagne, cava y vinos espumosos nos decían que están haciendo ejercicios hasta con la comida callejera, desde tacos de pastor, quesadillas, sopes y un sin fin de platillos muy típicos de estos puestos, llevando estos platos a sus salas de cata donde con clientes y amigos, hacen ejercicios que resultan muy divertidos y sobre todo muy sabrosos.

También las albóndigas, la sopa de médula, un pipian rojo, en general todos los paltos que llevan salsas picosas y especiadas, porque la acides y frescura de estas bebidas dan el balance perfecto al disfrute de estos platillos.

Lo más importante de todo esto es cambiar las ideas y las costumbres para un mejor disfrute de nuestra cocina pero sobre todo recordar que tomar burbujas no necesita fechas especiales, ni de platillos de temporada, el momento sublime viene con el momento de abrir una botella de champagne, cava o vino espumoso, un día de lluvia, un día soleado, en casa, con amigos o solos, desde el momento preciso de servir este exquisito líquido en una copa flauta comienza la fiesta, por el simple placer de tomarlo.