Un platillo que sin duda ha sido símbolo de la gastronomía mexicana por la historia detrás de su creación, sus ingredientes y colores que nos recuerdan nuestro lábaro patrio.
La leyenda cuenta que en 1821, en el período final de independencia, al haber ganado los insurgentes la guerra se dirigieron encabezados por Agustín Iturbide a la ciudad de Córdoba pasando por la ciudad de Puebla. Al enterarse de que tan importante ciudadano pasaría por la ciudad el obispo Antonio Joaquín Pérez preparó un baquete en su honor.
El banquete constaba de una serie de platillos tradicionales que fueron preparados por las monjas Agustinas, dentro de la selección de platillos eligieron los «chiles rellenos bañados en nuez». Las monjas Agustinas al igual que el resto de la población se encontraban envueltas en el espirítu patriótico decidieron adornar el platillo con los colores de la bandera Insurgente, verde para el perejil, blanco de la nogada, y el rojo de las semillas de granada. Una combinación además exuberante de sabores dulces y salados que despierta las papilas gustativas.
Un paltillo que se prepara en los meses de Julio, Agosto y Septiembre por los ingredientes con los que se prepara y que además es excelente para conmemorar las fiestas patrias.
La tempoara ya ha comenzado y Mesón Sacristía de la Compañía nos invita a probar este manjar e inclusive a tomar clases de cocina dónde descubriremos los secretos de esta receta.
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Más de 10 años de trayectoria en la idustria hotelera, Lic. en Administración Hotelera y Turística, con especializaciones en Mercadotecnia y Ventas. Se ha desarrollado profesionalmente en diversos hoteles en México y en el extranjero enfocándose en los últimos años en la hotelería boutique. Apasionada por el turismo en México busca en cada viaje conocer lo más destacado a nivel cultural, gastronómico e histórico de cada destino.
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