Hotel Azul de Oaxaca, el espacio chic y contemporáneo de la Ciudad de Oaxaca
Por Elsie Méndez @sabormexico
Uno nunca se cansa de visitar Oaxaca, es más, no ir a Oaxaca al menos una vez al año es perderse de esos aromas que emergen del campo y se entrelazan en los sabores de sus moles e innumerables platillos que regocijan el corazón. Entre sus calles se encuentra la historia de México y su cocina, que tanto atrae a propios y extraños, al pasear por ellas, grandes portones guardan secretos que se abren para beneplácito de quienes las cruzamos y nos encontramos con tesoros como el Hotel Azul de Oaxaca donde el diseño mexicano contemporáneo se fusiona con las tradiciones más ancestrales de este destino que enamora a todo aquel que lo visita.
Con un estilo chic y moderno, esta casona ubicada en el Centro Histórico de Oaxaca, denominado por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1987, alberga uno de los hoteles boutique más hermosos del país, donde uno puede estar en contacto con el arte y la gastronomía, mientras la paz que parece salir de entre las paredes del Hotel Azul de Oaxaca nos abraza, nos invade y va relajando cada músculo de nuestro cuerpo sin darnos cuenta.
Oaxaca es multicolor, pero el azul es el color que predomina en ese cielo raso que podemos admirar desde lo alto de la terraza del hotel, donde uno puede ver muy de cerca Santo Domingo y más de lejos el gran escenario de la Guelaguetza, sentados o acostados, dejando que los rayos del sol nos llenen de esa energía que se pierde en el día a día escandaloso al cual nos sometemos quienes vivimos en las grandes ciudades, también desde ahí podemos gozar de un hermoso atardecer y como la noche estrellada cubre Oaxaca mientras la suave brisa corre de un lado a otro y se disfruta de un buen vaso de mezcal oaxaqueño.
En cada rincón del Hotel Azul de Oaxaca hay un detalle que nos recuerda la riqueza artística que esta ciudad ha dado al mundo entero, algo tiene Oaxaca que ha sido cuna de grandes artistas plásticos y de otros más que sin haber nacido ahí, encontraron esa inspiración que los ha hecho famosos, y también la música, y también el diseño, y también la comida, las letras, algo tieneOaxaca que inspira a la creación todo tipo arte.
Francisco Toledo, Rubén Leyva, José Villalobos, Luis Zarate y el Colectivo Frijol Parado, interpretaron su propia visión de la hospitalidad oaxaqueña y junto con Héctor Esrawe crearon 5 suites con un diseño único e individual, para las 15 suites restantes el diseñador Esrawe utilizó ese estilo mexicano moderno, sencillo y sumamente elegante donde uno se siente muy bien acogido.
La cocina en Oaxaca es un tema de orgullo, de distinción, de corazón, a través de la cual el placer no esta en el simple comer, es comunicar los años por lo que esta cultura tan rica en el arte culinario se vio influenciada al mezclarse con las tradiciones religiosas de aquellos frailes europeos que llegaron hasta Oaxaca para enriquecerla y hacerla aún más exquisita de lo que ya era en la época prehispánica. El patio del Hotel Azul de Oaxaca se llena de aromas que despiertan nuestro apetito, el cual se ve saciado en cada platillo que el chef y sus cocineras tradicionales preparan para huéspedes y visitantes ansiosos por deleitar a su paladar con los sabores típicos de la cocina oaxaqueña, que se combinan con un pequeño toque contemporáneo sin perder su verdadera esencia.
El día comienza siempre en Oaxaca con un chocolate de metate con agua o leche, según sea la preferencia, y mientras las diestras cocineras preparan esas memelas de maíz nixtamalizado o quesadillas rellenas de un sin fin de ingredientes, el chocolate se toma a sorbos o metiendo el pan dulce fresco dentro de la taza mientras el líquido escurre entre nuestras manos y sin pena alguna hasta chupamos los dedos. Jugo de Chaya, fruta fresca, y muchos otros platillos nos hacen caer en esa gula insaciable por lo sabrosa que es la cocina oaxaqueña. Por la tarde más platos, más delicias, y por la noche las luces tenues de las velas nos cubren la vergüenza de saber que no hemos parado de mover la mandíbula, porque sabemos que siempre esta el remedio de un vasito de mezcal para el desempance y dormir a pierna suelta.
Un paseo en bicicleta por las tardes es diversión garantizada, y por eso en el Hotel Azul de Oaxacanos las tienen prestas para que lleguemos pronto a esa cita con algún museo, al mercado, o simplemente para dar la vuelta por la antigua Antequera. De regreso felices y cansados, se reposa en el patio central del fondo con un buen vaso de agua de limón con chia, o porque no, otro mezcalito, y se entrega a escuchar el canto de las aves que por ahí revolotean, y a lo lejos se escuchan las campanas de Santo Domingo que anuncian el cambio de hora, o el llamado a misa. Más tarde, tal vez leer alguno de los libros que tienen en su biblioteca o ver alguna película que se presenta en su sala de proyección.
Tomar las maletas y salir del Hotel Azul de Oaxaca rumbo a casa no es fácil, el amable trato de todos los que ahí laboran nos malacostumbra y es difícil dejarles, despedirse es complicado, pero siempre esta la oportunidad de estar de vuelta muy pronto, para despertar con chocolate de metate, bajo el cielo azul de Oaxaca.